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“No importa el género que interpretes, se trata de hacer la música que llegue"

Con una carrera brillante y una herencia bien correntina, la artista abrió su corazón para recordar a su familia, sus orígenes chamameceros y su arte. 

Por Eduardo Ledesma 

Edición gráfica: Belén Da Costa

Lorena Larrea Catterino es una de las voces destacadas del chamamé correntino, pero también del cancionero popular argentino y del mundo. En el sexto episodio de Eduardo Ledesma Pregunta 2024, se refirió al valor de la música en su vida pero también de sus raíces.

¿Cómo hace para diferenciar su voz de la de su madre, la icónica Lidia Catterino? ¿Qué herencia tuvo de su padre, el chamamecero Daniel Larrea? ¿Qué es importante para ella cuando busca llegar a su público? Todo eso y más en una entrevista a corazón abierto. 

Lorena fue la sexta entrevistada del ciclo audiovisual Eduardo Ledesma Pregunta 2024. La producción propone una serie de entrevistas a intelectuales, dirigentes políticos, artistas y profesionales de distintas ramas del saber y del hacer, para reflexionar sobre temas contemporáneos que atraviesan a la sociedad. 

Mirá la entrevista completa

Si tuvieras que definirte, ¿quién sos?

Yo diría que soy una artista que nació con la bendición de Dios en cuna de chamamé, en cuna de música, gracias a mis padres que fueron músicos ambos y me marcaron de alguna manera este camino que si en algún momento intenté desviarlo, creo que todo me hizo volver a él. 

Sos artista, pero, ¿qué otras cosas te gustan hacer? 

Lo que pasa es que uno elige de qué forma canalizar esto. Siempre fue la música, siempre fue el canto. Tuve la suerte de que mis padres me fueron marcando el camino y me dieron las herramientas para poder desenvolverme en este camino que sin querer me fue llevando a hacerlo de manera profesional. Cuando uno arranca tan chiquito, lo toma como una especie de hobby. Sin embargo se va incorporando dentro de la naturaleza. En mi casa había música siempre. Llegaba el fin de semana y teníamos a todos los grandes amigos artistas de mis padres que eran referentes en la música también. Entonces era algo natural para mí el poder seguir este camino. 

Daniel Larrea y Lidia Catterino, ¿quiénes eran? 

Mis padres. Se conocieron acá en Corrientes, en la Orquesta Folclórica de la Provincia. Mi papá es misionero y vino a estudiar odontología. Mi mamá también estudiaba odontología y se llevaban unos cuantos años de diferencia. Ella era una luz, él como más vago, más de las peñas y todo eso. Ambos fundadores de la Orquesta Folclórica del maestro Herminio Giménez por concurso, porque en aquella época había un concurso que se tenía que rendir para pasar a ser voces estables de la Orquesta y Coro del maestro Herminio. 

Hay fotografías de esas épocas. Te tocó a vos compartir toda esa juntada maravillosa… 

Sí, la verdad que por eso digo que soy bendecida. Porque uno mira para atrás hoy y ve una realidad que me tocó vivir, en la que gracias a Dios tuve esa suerte de poder compartir con grandes artistas. Yo crecí con la música de “Pocho” Roch y también tuve la suerte de que mi mamá también fue cantante del maestro “Pocho” Roch. Yo me incorporé en un momento, pero crecí con esa música, con su influencia, escuchándolos. Para mí ellos eran como una gran familia, todos tíos, igual que por ejemplo, Pedro del Prado, Hugo Scófano, “Cacho” Espindola, gente muy querida y muy allegada a los afectos de mis padres con los que compartíamos habitualmente. 

Más allá del parecido físico, vos tenés un parecido notorio en la voz con tu mamá. 

Sí. Me pasa que mi mamá fue una de mis mayores críticas y siempre me dijo: “Vos buscá tu esencia, tu voz, tu personalidad, no copies, trata de que nadie influya en vos”. Y hoy me escucho en muchas grabaciones y la escucho a mi mamá. Entonces, lo que se hereda no se hurta, es así. 

Con el paso de los años uno presta más atención a algunas formas de decir, en la dicción. Mi mamá tenía una manera muy particular de cantar y de decir que no eran solamente afinación y cosas lindas que transmitían a través de la voz, sino que sabía decir y contar sus canciones. Yo la tengo siempre presente y trato de despegarme por una cuestión del respeto tan grande que le tengo y la admiración. Pero es inevitable. 

¿Hace cuánto empezaste con la música? 

Realmente, mi mamá siempre decía que cantaba antes de hablar. Yo cantaba y afinaba. Hay una canción de “Pocho” que es “Cambá Rulito”. Yo no sabía ni pronunciar la R y decía “Cambá Yulito”. Y hay un señor que cada vez que me ve, me dice “Cambá Yulito”, porque se acuerda que yo era muy chiquita y cantaba esa canción detrás de los escenarios. 

La verdad que es una experiencia muy linda de haber podido disfrutar desde siempre. Por eso cuando me preguntaban por ahí cuántos años tenés, respondo que como artista profesional, puedo considerar desde los 19 años, que fue cuando comencé a cobrar por mi trabajo. Pero hice música toda la vida, desde que me acuerdo. 

Escuchá "Cambá Rulito"

Ahora estás haciendo música variada. Está anclada igual en la música nativa nuestra, en el chamamé, pero también hacés otro tipo de música. 

Sí, yo en realidad hace ya 20 años comencé en la empresa Casinos del Litoral haciendo música internacional. La banda estable que trajeron de Buenos Aires necesitaba una cantante y ahí me incorporé yo. Desde ahí comencé con música internacional y no pude dejar de hacerlo, tuve la suerte de que eso enriqueció mucho el repertorio litoraleño y después volví al chamamé. 

Hay una característica que pasa con vos, que se te ve en el Festival del Chamamé y estás bien ahí, pero se te ve en el carro de una comparsa y también estás bien ahí, y después se te ve en un escenario cantando otra cosa y también estás bien ahí. Digamos que es como un multiregistro que tenés.

Sí, en realidad yo creo que es algo que te apasiona, que es hacer música. No importa dónde estés, no importa el género que interpretes, lo importante para mí es hacer la música que sentís, que te llega, que te transmite y que vos podés transmitir a la gente. Yo soy muy apasionada en todo en mi vida, en lo que hago es como que le pongo todas las fichas y me entrego por completo. Y eso me pasó en el carnaval, me pasa cada vez que subo a un escenario. 

El otro día veía una imagen donde decía, no importa la audiencia que tengas, siempre entregar lo mejor de vos y es verdad. Así hayan dos personas -eso me enseñaron mis padres también- vos tenés dos personas en el auditorio o en el lugar donde estás haciendo tu show y te debés a ellos, ellos vinieron a escucharte y eso es lo mismo que vos tenés que transmitir, así hayan doscientas mil personas o dos. 

¿Qué es lo que vos intentas transmitir con la música? ¿Te planteaste alguna vez eso como algo conceptualizado? 

Yo voy más por el sentimiento. La tripa, digamos. Yo soy muy apasionada, muy visceral para todo lo que hago. Entonces, por ejemplo, a mí me pasó con el Ave María, que fue muy especial en mi carrera. Yo decía, ¿qué es lo que quiero transmitir a través de esto? Quiero que sea la oración, pero a la vez quiero sentir, poder decirle algo más a la gente. Entonces fue cuando busqué una versión en guaraní y en castellano, la letra la adapté yo e intenté eso, transmitir lo que a mí me generaba, pero que le deje algo a la gente. Yo no puedo cantar una canción que la gente no entienda lo que quiere decir, o que no me ponga a investigar qué significaba lo que quería decir el autor, digamos. Por lo menos para contarlo.  

Estás mencionando cosas lindas y en tu carrera hay muchas. ¿Pero cuál sería el momento más gratificante hasta aquí de lo que es esta carrera con la música? 

Yo considero que fue como un camino que tuvo un punto de inflexión en un viaje a Europa que hice. La experiencia de ir a España, en pandemia, surgió después de una invitación a ver cómo hacíamos para ir. Por suerte tengo familia allá y pudimos concretar. Fueron tres meses inolvidables para nosotros como artistas. Hablo en plural porque mi esposo también lo vivió de esa manera. 

Yo creo que fue una experiencia que cerró una etapa porque fue la etapa que yo compartí con mi esposo y cuando él vino se enfermó y falleció. Fue una experiencia maravillosa de tocar en lugares impensados para nosotros, llevar el chamamé a lugares que realmente no esperábamos porque surgió en pandemia. Surgieron 16 fechas de las cuales pudimos cumplir 8 porque allá también, estando allá, se empezaron a cerrar nuevamente las fronteras y los lugares. Fue una lucha permanente el poder llevar nuestra música allá, pero nada más gratificante que reciban el chamamé sin saber lo que era chamamé porque realmente fue con auditorios llenos. 

¿En qué momento está hoy el chamamé?

Corrientes es chamamé y nosotros, a los que hoy nos toca esta posta de llevar este mensaje chamamecero al mundo, tenemos mucho camino. Pude verlo en esta experiencia de salir afuera, al exterior. Y si bien fue una sola y ojalá sean muchas más, nos falta mucho camino por recorrer. Corrientes tiene fronteras y hay que trabajar inclusive después de esas fronteras. 

 

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