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Autos eléctricos en una meseta:  ¿Qué pasa Elon, estás nervioso?

El empresario dueño de la más famosa compañía de autos eléctricos anunció el despido del 10 por ciento de su plantilla de trabajadores a nivel global. Un dato que se conoció dos días después de la visita del presidente Milei al magnate en su planta de Texas, Estados Unidos. Cuando la motosierra se vuelve contagiosa.

Por José Luis Zampa

Dos días después de que recibiera la visita del presidente argentino en su planta industrial de Texas, el dueño de Tesla, Elon Musk, anunció el despido del 10 por ciento de los trabajadores de su compañía de automóviles eléctricos. La razón oficial esgrimida ante los medios es la supuesta “duplicación de funciones”, detectada tras un monitoreo de roles en las distintas terminales pertenecientes a la corporación del excéntrico empresario sudafricano.

Pero algo más hay detrás de su anuncio. ¿Se contagió de la motosierra de Milei? No, pero sí. La decisión depuradora que adoptó Musk apunta a reducir costos en un momento de amesetamiento de sus ventas y cuando los países desarrollados comienzan a preguntarse si está bien continuar con el plan de reemplazar totalmente las tecnologías térmicas por las motorizaciones eléctricas en el mundo de la automoción.

Elon, un confeso adherente las ideas del libremercado y enemigo de las regulaciones estatales, terminó por aplicar el plan motosierra del presidente argentino en la que es su empresa más próspera. Despedirá a unos 15.000 empleados en las factorías que posee en Estados Unidos (cuatro), China y Alemania para adecuar costos conforme nuevas reglas de juego observadas a partir de que automotrices chinas salieron a competir abiertamente con el holding norteamericano.

Los chinos Geely y Baidu anunciaron la próxima presentación de autos enchufables de conducción autónoma, con lo cual plantearon batalla directa al segmento donde Tesla es líder debido a su condición de pionera de la electrificación. La movida de los chinos, que tienen una mano de obra menos costosa y tecnología de punta, llevó a Musk a reformular un proyecto que viene retrasando desde hace por lo menos dos años: el Model 2 “económico”.

La agencia Reuters anunció hace pocos días que el famoso modelo económico de Tesla había sido desactivado por razones de mercado, de consuno con la caída de las acciones de la compañía fundada por Musk, que sigue creciendo pero con un ritmo inferior al de sus propias previsiones. El motivo sería concentrar fuerzas en los vehículos autónomos, una meta que el también dueño de la red social “X” y de la empresa aeroespacial Space X se fijó para los próximos meses.

Musk desmintió a Reuters y denunció por “X” una campaña para desacreditarlo, pero no difundió detalles sobre el esperado modelo low cost de su marca. Por el contrario, se mostró más enfocado en los vehículos sin chofer como una alternativa para recuperar terreno en un escenario donde los automóviles eléctricos han quedado bajo la lupa por problemas de autonomía y escases de fuentes energéticas renovables.

El ingeniero correntino Luis Quijano, invitado a la última edición del programa “Combustión Interna” advirtió en ese sentido que un futuro 100 por ciento eléctrico en la industria automotriz no es posible en razón de que los motores térmicos tradicionales tienen todavía mucho para dar con los avances antipolución y las alternativas que comienzan a aparecer como la nafta ecológica (no derivada del petróleo) y los motores a amoníaco que desarrolla Toyota.

“En muchos casos la producción de autos eléctricos genera una contaminación indirecta superior a la que produce un auto con motor tradicional porque para extraer los insumos que se necesitan para las baterías se debe recurrir a la minería, que es una actividad con alto impacto en el medio ambiente”, reflexionó Quijano, un profesional altamente familiarizado con los vehículos clásicos y piloto civil del Aeroclub Cañada Quiroz.

De la charla con el ingeniero Quijano surgieron conclusiones que invitan a pensar en un replanteo de las normas ambientales establecidas por los países desarrollados. Varias naciones europeas evalúan la posibilidad de reformular la prohibición de fabricar automóviles a explosión a partir de 2035, en razón del avance demostrado por las distintas alternativas a la electrificación.

Toyota, por citar un caso, anunció que aunque mantengan tales metas supuestamente ecológicas, continuará produciendo motores térmicos aunque por ello deba pagar multas. El gigante japonés analiza que en el futuro no habrá un monopolio de los autos eléctricos y, amen de mejorar el índice de emisiones de sus modelos actuales, se halla en pleno desarrollo de motorizaciones que acepten diversos tipos de combustibles.

El panorama se torna menos predecible para el mediano plazo a partir de la retracción de los consumidores a la hora de elegir un Tesla como medio de locomoción. En muchos casos los compradores prefieren pagar menos por un eléctrico chino, pero en otros el poder adquisitivo manda y los conductores prefieren un usado compacto de 5 o 6 años de antigüedad en vez de un eléctrico cuyo valor de mercado ronda hoy los 40.000 dólares.

A propósito de todo esto, Elon Musk adoptó también como medida estratégica la rebaja de sus precios de venta al público en Estados Unidos. Sus productos cuestan ahora un 30 por ciento menos y todo indica que esa tendencia a adecuarse al nuevo escenario lo obligará a rediseñar su plan de inversiones con un criterio menos aventurado. La ortodoxia económica del ajuste pareciera ser su receta para lo que viene.

Un Tesla necesitó 17.000 litros de agua para ser apagado

 

Un Tesla Model S, uno de los más cotizados del catálogo de la automotriz, entró en combustión espontánea dos semanas después de haber protagonizado un choque en el distrito californiano de Sacramento. El vehículo quedó depositado en el playón de autos en la localidad de Rancho Cordoba y sin que mediaran motivos comenzó a incendiarse. Según el relato de los policías, cada vez que las llamas parecían apagarse, un nuevo compartimiento de su batería reiniciaba la combustión, que pudo ser sofocada en forma definitiva tras arrojar sobre el auto 17.000 litros de agua.

 

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