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Ese loco, loco amor

José María Contursi “Catunga” igual que Discépolo, sufrió en carne propia un amor sin límite, pero sin que decaiga su gran producción autoral, exitosa y profusa. 

Lucía Gálvez y Enrique Espina Rawson, en su libro: “Romances de Tango”, logra transmitirnos los giros sorpresivos que toma el amor, cuando la pasión ronda historias descontroladas. En intensidad y en imprevisibles rutas amatorias.

El que siempre admiré, ha sido el desenlace de una historia con olor a tango, que supo protagonizar José María Contursi “Catunga”, hijo de Pascual Contursi, autor del primer tango que se despoja de la situación primaria de origen, para plantarse a llorar la partida de “ella”, por primera vez en ese ritmo machista, con “Mi noche triste”.

Hijo de padres separados: 6 meses con la madre, 6 meses con el padre. Para poder escaparle a los dramas de su familia, y por ende de él, se casó muy joven; ella mucho más, apenas 14 años.

En el desenlace que expide la adolescencia, recientemente bachiller en el Colegio La Salle, y la vida sin trabajo, que se le enfrentaba incierta y muy pobre, ya que su padre hacía poco había terminado en un hospicio. 

Ante la incertidumbre, con una familia a cuestas, 4 hijos, 19 años, solamente le quedó aceptar el reto maternal de una amiga familiar, Azucena Maizani que lo estimuló que escriba tangos como su padre, y así hacer “algunas monedas”.

Una vez estando probando como locutor en Radio Stentor, dado su gran formación cultural y buena dicción otorgado por su afición a la buena lectura, lo que le permitió por poco tiempo un desahogo económico, conoció a una visitante como era costumbre entonces conocer una emisora por dentro.

A partir de allí, “Catunga,” quedó extasiado con una rubia de 15 años de ojos verdes azulados, con domicilio en Capilla del Monte, Córdoba. Se llamaba, Susana Gricel Viganó; principio de la historia, segundo intento de romance sin abandonar el primero, ni la familia, ni los hijos.

Sucede, que él solo hizo ojitos, y nunca más la vio. A partir de allí su vida fue un infierno: su mujer gravemente enferma, la locura amorosa por poder llegar a Gricel, romper esas barreras imposibles que trasuntan sus primeros tangos impelidos por Gricel y sus deseos de decirle sin conocerla personalmente.

José María Contursi “Catunga”, un romántico del amor doliente que en el tango encontró la calma, de poder cantar diciendo su verdad, alma y pasión desesperada.

Como autor, reveló una fibra íntima del amor y sus vicisitudes cuando vienen torcidas, sin embargo su nombre creció como para una vida más o menos decorosa. Pero la muerte de su esposa, la distancia con Gricel por no poder expresarle sus sentimientos, más la pobreza que comenzó a castigarlo del vicio por obra y gracia del alcohol, transformaron su vida en un tormento.

Cabe decir que en ese trajín Gricel contrajo nupcias, pero al poco tiempo se separó. Dada la vida desordenada de “Catunga”, su amiga la cantante Nelly Omar, se lo comentó a Gricel el mal de amores del amigo y las consecuencias de salud él, y logró que se conocieran.

Lo que la vida nos depara sin estarlo escrito, sucede cuando ella lo conoció como locutor a Contursi en Radio Stentor, quedó prendada con él pero jamás se lo dijo porque no fueron presentados formalmente, ni amistad de por medio, más su regreso a Capilla del Monte, lugar de su residencia.

Si bien un “filo” de horas, permitió compartir con Gricel un remedo de romance, pero sin consolidar una pareja estable y prolongado.

Esa muda atracción de ambos, hizo mella más profundamente en “Catunga”, y hay un tema del principio que revela su tango “Como aquella princesa”:

“Como aquella princesa del librito de cuento / apareciste un día, deslumbrante de luz.” /

Hubo un primer encuentro con Gricel pero al poco tiempo truncó su pasión porque lo reclamaba la grave enfermedad de su esposa. Es cuando comenzó el lamento de “Catunga” por Gricel.

En “Dos extraños”, contempla ese regreso al hogar urgido por la vida que clama, los hijos, y el amor lejano ya roto con Gricel:

“Y ahora que estoy junto a ti, / parecemos, ya ves, dos extraños. / Lección que por fin aprendí, / ¡Cómo cambian las cosas los años..!”

El drama era el carácter que mejor le venía a su gesto nostálgico, de allí procede su gran obra:

En “Tú”, hace una reverencia a la capacidad de sorpresa y emotiva bienvenida que significa el deslumbramiento por lo que amamos:

“Llegaste como rayo deslumbrante de luz…/ ¡Yo andaba por el mundo sin amor, sin quietud..! / Mis ansias ya se habían refugiado /entre las ruinas de mi pasado. / Traías en tus ojos…en tus labios…tu voz…/ la cálida promesa de un destino mejor…/ mis manos y tus manos se encontraron / y nuevamente palpitó mi corazón. / Tú, con la magia de tu amor y de tu bondad…/ Tú me enseñaste a sonreír y a perdonar…”/

Cada versión marcaba un momento de su vida, doliente, atroz. Indudablemente, “Gricel” compagina todo el talento para plasmar su estado de ánimo a José María Contursi “Catunga”. 

Pero convengamos que este su tango más famoso, no es el final pletórico, sino se trata de unos breves instantes que conoció a Gricel antes de su separación, y después una segunda vida y final cuando ambos se conviven para siempre.

“No te olvides de mí, / de tu Gricel, / me dijiste al besar / el Cristo aquel. / Y hoy que vivo enloquecido / porque no te olvidé, / ni te acuerdas de mí…/ ¡Gricel..! ¡Gricel..!” /

Esta historia loca pero emotiva por su reincidencia en un mar embravecido, tuvo un final feliz, muy breve por la cirrosis avanzada de “Catunga”, pero tuvieron tiempo aunque muy cortito de ser felices, que lo vivieron intensamente en su lugar en el mundo: Capilla del Monte, Córdoba.

Solamente disfrutaron 5 años por la muerte de “Catunga”. Él tenía 55 años, ella apenas 47. Pero se permitieron asumir el reto que, cuando se quiere nada es imposible, aunque breve pero intenso.

Sus tangos revelan una poesía romántica de hondo dramatismo, con una profusa producción en cantidad y calidad notables. 

José María Contursi “Catunga”, un romántico del amor doliente que en el tango encontró la calma, de poder cantar diciendo su verdad, alma y pasión desesperada.

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