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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Del Babel virtual al laberinto terrenal

“El discurso del nuevo poder parece blindado a la réplica porque no apunta a la razón sino a emociones urgentes"

Martín Rodríguez Yebra, La Nación

                       En esta suerte de mundos paralelos, que parecen nunca tocarse, el real y el virtual, difícil es enhebrar pensamientos y razonamientos que sean aplicables por su valor intrínseco a los sucesos de la realidad argentina.

                       Es que este nuevo fenómeno, que colonizó las mentes de una gran porción de un grupo etario, ciudadanos de entre 20 y 40 años, más y menos también, se dio a través de una nuevo formato de comunicación: las redes sociales. Fue un elemento hegemónico en el resultado de las presidenciales.

                       Pero no es sólo una nueva forma de comunicación, más directa y personalizada. Es, fundamentalmente, una manera moderna de crear en las mentes un mundo diferente, poblado de arrebatos, insultos, contradicciones, teorías incomprobables, afirmaciones de dudosa certidumbre, grandilocuencias, hipérboles a granel.

                       Antes lo conocíamos como un “lavado de cerebro”, esa sombría y subrepticia manera de imponer un modo de pensamiento. Con el lenguaje cibernético de estos tiempos, lo llamamos “formatear las mentes”.

                       Y en esto, tomó clara ventaja Javier Milei, que no sólo logró insuflar información digitada para lograr votos de los millones de jóvenes que no despegan los ojos de la pantalla, sino además, ya en el gobierno, sobreactuar una gestión y sostener una imagen a través de un verdadero ejército pago de internautas, influencers, opinadores virtuales y demás personajes de la fauna cibernética.

                       En la Rosada, funciona un ecosistema tuitero, un terrible engranaje de miles de cuentas que producen y reproducen contenido con el objeto de instalar temas y hacerlos “trending topic”.

                      El propio presidente está inmerso en ese “metaverso”, dedica una gran parte de su tiempo a abonarlo, a través de un huracán de tuits, retuits, likes, dónde destaca logros de gestión, burlas e insultos a quiénes “no la ven”, mesianismos y toda suerte de expresiones impropias. En los últimos dos meses, Milei tuvo 28.701 interacciones.

                      Los preferidos del primer mandatario en orden de cantidad de los retuits y likes que les brinda, son @DiegoMac227, @TommyShelby_30, @laderechadiario y @agarrá_pala, según reveló un trabajo de La Nación.

                       Lo bueno para el gobierno es que con el sistema virtual armado, el discurso del poder está prácticamente blindado a las críticas, no admite repreguntas, ni siquiera opiniones distintas. Impera el presente furioso, la razón cede su papel a las emociones, cuánto más fuertes y agresoras, mejor.

                      Pero ese otro mundo, el mundo de la realidad material, ese que nos pasa a todos los argentinos diariamente, el de la inflación, la recesión, la caída vertical del salario, el precio de los alimentos, de la nafta y de los servicios, ése mundo sigue andando, nunca para, y está desentendido de su primo hermano, el mundo virtual.

                       Y aunque pareciera que corren paralelos, que no se tocarán jamás a poco que tengamos en cuenta la sostenida imagen presidencial contra una administración de escasos logros, el paralelismo es sólo una ilusión óptica pasajera, porque en algún punto se van a encontrar, más temprano que tarde.

                      Y ese encuentro será decisivo, porque si Javier Milei logra estabilizar la nave y conducirla por aguas más calmas, el encuentro será un simple anclaje pacífico. En cambio, si sucede lo contrario, si los resultados no son los que todos ansiamos, seguramente el encuentro de ambos mundos hará que todo estalle en pedazos y la república esté en peligro.

                      Por poner un ejemplo, en el mundo virtual Milei no sube impuestos, “antes de hacerlo me cortaría un brazo”, en la conferencia de Los Ángeles, frente a una platea de empresarios y economistas, los invitó a invertir en nuestro país (con exageraciones tales como el anuncio de una Argentina meca de Occidente o la Roma del siglo XXI), en el mismo momento que extendía el impuesto País a la compra de divisas destinadas al giro de utilidades y el pago de dividendo a las empresas.

                      Esa verdadera babel del ámbito virtual, dónde todo es agresivo, repetitivo, dudoso, exagerado, digitado, maniqueo, anárquico, sin límites de ningún orden, quedará expuesto a su comparación con la realidad, que hoy se presenta laberíntica a través de un gobierno que ni siquiera ha podido llenar una gran parte de un organigrama del estado ya reducido por la motosierra libertaria.

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